Vuelo hacia al Mundo
Jacob Streit
Finalmente llega el vigésimo día; día largamente esperado, pues las abejas jóvenes podrán salir, por primera vez, a volar por el mundo.
Las ya no tan jóvenes abejas aparecen en el tablero de aterrizaje con la aurora y son recibidas por seductores aromas y colores alegres, procedentes de la pradera. Las abejas elevan el vuelo. Debajo de ellas, brillan miles de gotas de sol sobre el pasto cubierto de rocío y un mar de fragrantes copas de estrellas resplandece y resuena en la llameante luz de la mañana. Desde el jardín, llegan las notas graves y profundas de los tulipanes y, a su lado, la dulce canción de las violetas y las nomeolvides. En todas las praderas se levanta el jovial tintineo de los dientes de león.
“Sol Amarillo, ¡voy contigo!” grita una de las abejas, antes de dejarse caer en picada dentro de la flor dorada. Enseguida se cubre de polen. Se cepilla afanosamente y amasa el polen a modo de unas doradas mallas; luego, vuela al siguiente diente de león. Una vez que las abejas han elegido un tipo de flor en particular, liban de ella durante todo ese día. A menudo visitarán solo un tipo de flor durante varios días seguidos.
Para su primer vuelo, otra abeja vuela hacia la tímida nomeolvides. La gota que ofrece su copa color azul cielo es muy pequeña, pero cientos de esas pequeñas gotas hacen una gota de tamaño normal.
Las flores de un cerezo están completamente abiertas desde la nocheanterior. ¡Su néctar fluye en abundancia! Otra abeja madrugadora llega a este resplandeciente reino floral en las primeras horas de la mañana. Su cuerpo crece hasta ponerse grande y rollizo, y vuela, cargada, de regreso a su colmena. Apenas ha entregado el jugoso néctar cuando empieza a bailar en medio del grupo: un paso a la derecha, una vuelta a la izquierda. Nuevamente, inclina el cuerpo hacia delante y luego solo la cabeza, y agita su cuerpo. ¿Qué tipo de movimientos asombrosos son estos? Son el baile de la flor del cerezo. Otras abejas perciben a la bailarina y entienden el mensaje. Mientras la abeja bailarina se apresta para salir de la colmena, un grupo de unas doce recolectoras de néctar salen con ella hacia el cerezo. Alegremente, zumban alrededor de las flores, regresan cargadas de néctar a la colmena y todas bailan nuevamente el baile de la flor del cerezo. Esta vez, un grupo de alrededor de cien abejas hermanas las siguen al árbol. Muchas veces, las abejas de una sola colmena llenan un cerezo con su zumbido durante las primeras horas de la mañana.
Si una abeja de otra colmena encontrara el mismo palacio de néctar, ella volará a su colmena a contarles a sus hermanas abejas. Las abejas no pelean por el néctar, como lo hacen los perros por un hueso o las personas por el dinero o la tierra. Si en una flor está una abeja y llega otra abeja, la recién llegada se irá de ahí y dejará que su hermana tome el néctar de esa flor. Jamás verás a las abejas pelear por una copa de néctar. Las abejas tienen bailes especiales para las flores de las que toman néctar, con los que llaman a sus hermanas; y también tienen bailes similares para las flores de las que toman polen.
El aire se enfría tan pronto cae la noche. Cualquier abeja que no regrese a tiempo a la colmena, se verá sorprendida por el rocío de la noche y morirá, o buscará un escondite en el suelo en cuanto sienta que sus alas ya no funcionan y se pondrá a salvo bajo la tierra, para así ver el siguiente día. Es posible también encontrar una abeja muerta en el cáliz de una flor. Las abejas viejas pueden morir justo en medio de una jornada de trabajo en la pradera y su tumba serán los luminosos pétalos de una flor.